lunes, 16 de abril de 2012

EL IMPÍO.

2                 1A propósito de la venida de nuestro Señor, Jesús Mesías, y de nuestra reunión con él, os rogamos, hermanos, 2que no perdáis fácilmente la cabeza ni os excitéis por supuestas revelaciones, dichos o cartas nuestras, como si afirmásemos que el día del Señor está encima. 3Que nadie en modo alguno os desoriente; primero tiene que llegar la apostasía y aparecer la impiedad en persona, el hombre destinado a la ruina, 4el que se enfrentará y se pondrá por encima de todo lo que se llama Dios o es objeto de culto, hasta instalarse en el templo de Dios (Dn 11,36), proclamándose el mismo Dios.
                      5¿No recordáis que estando aún con vosotros os hablaba de esto? 6Sabéis lo que ahora lo frena, para que su aparición llegue a su debido tiempo. 7Porque esta impiedad escondida está ya en acción; apenas se quite de en medio el que por el momento lo frena, 8aparecerá el impío, a quien el Señor Jesús destruirá con el aliento de su boca (Is 11,4) y aniquilará con el esplendor de su venida.
                      9La venida del impío tendrá lugar, por obra de Satanás, con ostentación de poder, con portentos y prodigios falsos, 10y con toda la seducción que la injusticia ejerce sobre los que se pierden, en pago de no haberse abierto al amor de la verdad que los habría salvado. 11Por eso Dios les manda un extravío que los incita a creer a la mentira; 12así todos los que no dieron fe a la verdad y aprobaron la injusticia serán llamados a juicio.
                    13Por vosotros, en cambio, debemos dar continuas gracias a Dios, hermanos amados por el Señor, porque Dios os escogió como primicias para salvaros consagrándoos con el Espíritu y dándoos fe en la verdad. 14Para eso os llamó por medio de la buena noticia que anunciamos, para que sea vuestra la gloria de nuestro Señor, Jesús Mesías. 15Por tanto, hermanos, seguid firmes y mantened las tradiciones que os enseñamos de palabra o por carta. 16Y que ese mismo Señor nuestro, Jesús Mesías en persona y Dios nuestro Padre, que nos ha amado tanto y que graciosamente nos ha dado un ánimo indefectible y una magnífica esperanza, 17os anime interiormente y os afiance en todo bien de palabra y de obra.

EXPLICACIÓN.

1-17.         Opiniones exageradas sobre la inminencia del Día del Señor. El autor niega haber dado pie a tal creencia (1-2). Contra lo dicho en 1 Tes 5,2s, donde se afirmaba que el día del Señor llegaría de improviso, como un ladrón, aquí se anuncian signos precursores que permitirán conocer su proximidad. Primero, la apostasía, abandono de Dios o rebelión contra él, uno de los temas favoritos del pesimismo de la apocalíptica judía. El juicio no afectará solamente a perseguidores y perseguidos, sino también a la masa de la humanidad, que aún no han tomado partido y que tiene que definirse. En segundo lugar, el mal escondido en la historia humana ha de cristalizar en un personaje que no lleva nombre (no se le llama "el Anticristo", el hombre destinado a la ruina, el blasfemo y enemigo de Dios (Ez 28,2; Dn 11,36); la impiedad en persona, lit. "el hombre de la impiedad". Lenguaje mítico (3-4).

                 El pasaje que sigue es oscuro, por referirse a creencias que se dice haber sido comunicadas antes de palabra; en 1 Tes no se expone nada semejante. Tiene resonancias de los libros apocalípticos judíos, donde se habla de confrontación, poco antes del fin, de las fuerzas del bien y del mal, representado éste por cierto personaje, encarnación de toda maldad. Victoria del Señor (Is 11,4; Sal 33,6). No puede determinarse con quién identifica el autor a el que lo frena; algunos lo interpretan del orden legal del Imperio romano (5-8).

                 El impío, con sus portentos y prodigios, arrastrará a todos los que no se adhieren a la verdad, es decir, a todos lo que aprueban la injusticia. Así se trazará la línea divisoria entre los que merecen premio o condenación (9-12).


                 Acción de gracias. Los cristianos, en cambio, salvados por la acción de Dios, conocen la verdad y practican el bien. Consagración por el Espíritu. La adhesión al evangelio hace participar de la gloria del Señor Jesús. Pablo anima a los tesalonicenses a perseverar, y ora para que se vean confirmados en el ánimo y la actividad para el bien (13-17).

No hay comentarios:

Publicar un comentario